¿Por qué se siente tan placentero rascarse?

Saludos, queridos lectores. A más de uno nos ha tenido que pasar (y aún más a los que llevamos gafas) el llegar a casa después de un duro día de trabajo, cansado de caminar, con ganas de dormir, y entonces, sin venir mucho a cuento, sin razonarlo siquiera, rascarnos la cabeza en una suerte de acto reflejo, y es tan agradable la sensación que provoca, que seguimos rascando por todo el perímetro craneal, las cejas, nos frotamos los ojos, la cara... y al finalizar, hasta acabamos tan atontados que bien puede ser este gesto el preludio para dormir. A mí, en concreto, me pasa con frecuencia, y es de hecho una sensación equivalente a pasar por la coronilla este famoso instrumento compuesto por alambres sin punta, como una varilla sin cerrar. 

¿A qué se debe este fenómeno? ¿Es algo puramente humano, o también pueden experimentarlo los animales? Veámoslo a continuación.

¿Cómo se produce el rascado?

Lo cierto es que esta varilla de la que hablaba al principio del post, el masajeador de cabeza, basa su tecnología en el mismo fenómeno biológico que se produce cuando nos rascamos, incluso si, a priori, no nos pica nada. 
Pero para saber por qué al rascarnos se siente tan bien, tenemos que saber primero qué es el picor. Según el científico alemán Samuel Hafenreffer, "el picor es cualquier sensación desagradable que produce el deseo de rascarse". Según esta hipótesis, toda aquella sensación que produce el rascado es, por definición, picor. 
Para que esta comezón sea detectada entran en juego unas células de la piel especiales, llamadas nociceptores, capaces de distinguir entre el dolor y el picor en función de la intensidad del estímulo. Este se puede generar por muchos factores, como el roce con la ropa, el sudor, enfermedades como la psoriasis... pero el más común es la picadura de insectos, que libera histamina y hace que los nociceptores se aceleren. Esta información la envían a la espina dorsal, donde se traduce la comezón, y de ahí, a través de un conjunto de nervios llamado tracto espinotalámico, al cerebro, que es quien se encarga de elaborar la respuesta mecánica, en este caso, el rascado. 
Lo curioso es que, en realidad, en el cerebro no hay un área de picor como tal, si no que más bien parece distinguir solamente entre placer y dolor, por lo que, ante una comezón, no es el cerebro quien controla cuando parar de rascar o cuando hace daño rascar, si no la médula espinal. Para el cerebro, esta picazón sería como "un dolor pequeñito" que, paradójicamente, se cura con "otro dolor pequeñito", que es el que nos producimos al arañarnos la piel en el rascado. Por ello es posible que algunos medicamentos analgésicos aumenten la sensación de picazón. 
Para que esta comezón sea detectada entran en juego unas células de la piel especiales, llamadas nociceptores, capaces de distinguir entre el dolor y el picor en función de la intensidad del estímulo. Este se puede generar por muchos factores, como el roce con la ropa, el sudor, enfermedades como la psoriasis... pero el más común es la picadura de insectos, que libera histamina y hace que los nociceptores se aceleren. Esta información la envían a la espina dorsal, donde se traduce la comezón, y de ahí, a través de un conjunto de nervios llamado tracto espinotalámico, al cerebro, que es quien se encarga de elaborar la respuesta mecánica, en este caso, el rascado. 
Este fenómeno se debe a una adaptación evolutiva. El cerebro humano, ante un estímulo que causa dolor, ha desarrollado el acto reflejo de la huida (por ejemplo, retirar la mano de una llama), pero para la comezón, "ese pequeño dolor", el acto reflejo es el acercarse a la zona de la molestia y rascar. Esto es así porque es más efectivo el reflejo de rasguñar a la hora de desprender insectos, hojas... del cuerpo, que el reflejo de la huida. 
En sí no debería suponer un problema rascarse, siempre y cuando no se haga de una forma obsesiva, ya que podrían generarse lesiones en la piel que, al curarse, podrían dejar marca. 

Con respecto a si los animales lo sienten... No conozco ningún perro o gato que no le guste que le rasquen detrás de las orejas. Es un hecho que, como a nosotros, les encanta, con el añadido de que ellos, además, suelen estar mucho más expuestos que nosotros a agresiones externas, como insectos, mordidas de otros animales, quemaduras por el sol (aunque no lo creamos, solo el pelaje no es suficiente protección para el sol achicharrante, especialmente en ejemplares blancos), y como no, problemas psicológicos. 
¿Les ha gustado este post, o les ha dado mucha picazón con tanto hablar de picores? Déjenme su opinión por los comentarios, y si tienen alguna corrección o sugerencia, háganmela saber, que eso también me ayuda mucho a mejorar. 
¡Nos vemos en el siguiente post!

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